El Partido Socialista Obrero Español cerró en falso la etapa de Rodríguez Zapatero en el 38 congreso celebrado en Sevilla hace ocho meses. En esa reciente cita se ha elegido a Alfredo Pérez Rubalcaba como líder, pero por un margen muy estrecho de votos. Estaba tan reñida la apuesta entre él y Carmen Chacón, que fue Felipe González el que inclinó la balanza a favor del secretario general con aquella frase "las mujeres son buenas para gestionar los sentimientos" y el congreso habló de aquella inexplicable e inesperada manera: habemus secretario general. Pues, como hemos comprobado, no era la solución. El revolcón tenía que ir más a fondo. El electorado lo pedía.
Con el retroceso electoral en Galicia y el País Vasco, y la falta de tiempo para preparar un candidato para las elecciones de Cataluña el próximo mes de noviembre, parece que es ahora cuando se vuelve a pensar en el recambio de verdad, ese que marcará o debe marcar un futuro diferente a un pasado tan estelar que fue el de la personalidad de Felipe González. Es hora de hacerle los elogios típicos del caso. Agradecerle los servicios prestados y marcarle específicamente su papel dentro y fuera del partido. Solo matando al padre se puede reinventar el PSOE. Nuevas personas, nuevas ideas y nuevas propuestas para la época en la que estamos. Es lo que necesitan los y las militantes y es lo que está esperando España entera.
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