Se han regalado más libros de cocina en estas fiestas que nunca. En España vivimos una auténtica fiebre por cocinar y a ello se apuntan especialmente niños y hombres. Todo se debe a los programas de televisión emitidos por primera vez en horario de máxima audiencia.
Primero fue Pesadilla en la cocina, emitido por La Sexta, luego Master chef en TVE y hoy tenemos la final en la cadena pública de Master chef junior. Todos ellos han arrastrado a los espectadores y han desplazado por unos días a las mujeres de la tiranía de ¿y hoy que pongo en la mensa?
Aplaudimos la idea, pero no es nuestra. Son programas copiados de otras cadenas de televisión de Gran Bretaña y Estados Unidos que llevan años haciéndolos con éxito. Por lo que es un poco contradictorio, sabiendo que el nuestro es un país que se precia de tener una de las mejores cocinas del mundo, debería, por tanto, ofrecer ideas propias. Necesitamos programas como estos que alienten vocaciones en los más jóvenes. Solo conocemos a nuestros líderes de la restauración por los concursos que ganan, por los libros que publican y por lo caros que son sus platos. Es a través de estos programas de televisión como podemos acercarnos a lo que hacen y probar a saber si podemos ser tan buenos. Pero para ello podemos empezar por el cada día.
Lo deseable es que este interés por cocinar no sea una idea pasajera. Se prueba en la cocina pero una vez allí hay que quedarse o volver cuando toque en el reparto de tareas de la casa. Esperemos que no se trate de una moda que se olvida en pocas semanas. Y deberíamos tener programas atractivos con otras tareas como la plancha, limpieza del hogar y cuidado de la ropa. Cuando ya hubiéramos hecho el recorrido por toda vivienda, podríamos plantearnos bajar al jardín y hacer también programas de televisión sobre el cuidado de las plantas, la atención a los animales de compañía, etc., y todo ello en horario de máximo interés para la audiencia, porque el interés se crea desde el propio programa.
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