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sábado, 9 de septiembre de 2017

Los niños ya están con el padre



De todos los titulares leídos estos días referidos a la noticia de Juana Rivas y su exmarido, elijo este donde parece que pretende dar carpetazo al asunto y dejar las cosas en su sitio: Los niños ya están con el padre, ¿y ahora qué? Ahora empieza todo. Debería servir este conflicto para reflexionar sobre la violencia de género y sus ramificaciones, que son muchas y de diferentes formas.
A mi modo de ver, no es este un tema judicial como se ha insinuado, sino un tema político y de primer orden. El feminismo, en su hábil idea de ser útil y práctico en la vida diaria de las mujeres, propone que un padre condenado por violencia no es un buen padre y, por tanto, no puede ejercer la custodia. Es una exigencia mínima, pero posibilista, porque ¡con lo difícil que es demostrar la violencia de género y quieren que haya sentencia firme para que se demuestre! En el caso de Juana Rivas parece que el exmarido tiene condena firme por maltrato, sin embargo, se salió con la suya y se llevó los niños a Italia.
En primer lugar señalaré que la custodia compartida que ofrece el padre a la madre, y que, según dice, debe ejercerse por ambos en Italia, es una señal de que pretende seguir sometiendo a la mujer a más humillaciones a través de los hijos. Los hijos como vehículo de transmisión de la violencia.
La custodia compartida si no es aceptada por ambas partes y de buena voluntad, es perjudicial para los hijos y los sitúa en tierra de nadie. Con razón se pide una evaluación de las custodias compartidas adjudicadas en sentencias en los últimos años. Los juzgados ya deberían rechazar por sistema  las peticiones de custodia de los padres cuando los hijos no están  ante riesgo alguno y al cuidado de las madres. Porque la custodia es un elemento de castigo contra ellas en casos de separación de la pareja.
No ejerce alienación quien quiere, sino quien puede, y la sociedad ayuda a los padres en detrimento de las madres en esta alienación de los hijos. Deberíamos echarnos las manos a la cabeza al saber que “los niños ya están con el padre”.

Creo que el caso de Juana Rivas abrió los ojos a la sociedad española. Nos dimos cuenta de que hay muchas Juanas sufriendo de la misma violencia a través de los hijos. El movimiento “Juana está en mi casa” está resultando conmovedor para muchas mujeres en situaciones parecidas a la suya. Deberíamos aprovechar el conflicto creado para analizar las situaciones y, a partir de las conclusiones que se extraigan, establecer nuevos parámetros de defensa de los derechos de las mujeres y sus hijos.
Lo primero que tiene en mente una mujer a la que maltratan es huir con sus hijos. Siempre se ha visto así, menos ahora, que los juzgados se inventaron el delito de rapto de los hijos por parte de la madre. Si huye de la violencia ha de saber que se expone a perder la custodia. Señores de los poderes del Estado, aclárense y digan alto y claro a tantas mujeres que están pasando por la misma situación de Juana qué deben hacer,  ¿escapar de la violencia con los hijos y exponerse a perder la custodia o huir de casa ellas solas y exponerse a ser declaradas sin más por la sociedad malas madres?  Por este  método, la violencia contra las mujeres les sale bien a los agresores, ganan la custodia de los hijos en los tribunales sin mover un dedo.

Esperamos una solución.

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