Son
escasos los turistas que visitan la ciudad de Lugo, pero esa escasez de
visitantes la hace más atractiva para los que buscan una opción contra
corriente.
Encontrarán
una capital de provincia con todo lo necesario institucionalmente, con las
tiendas más conocidas y algunas exclusivas, con una oferta de tapas propia en
la zona de los vinos por la forma de presentarlas a los clientes, y una zona
histórica peatonal bastante bien protegida. Por tanto, es una ciudad silenciosa
y tranquila. El Museo Provincial y el de la Universidad de Santiago, junto con
la catedral, completan una oferta cultural digna de ver en cualquier fecha del
año.
Se
puede dar un paseo por el exterior de la muralla y solo se ve interrumpido por
carecer de acera en un tramo próximo a la calle Vilalba. Una pena. También se
puede pasear por la misma muralla y se completa el paseo con varias opciones de
subida y bajada a lo largo del recorrido.
Pero
salta a la vista que este monumento centenario es digno de una mayor
protección. El tráfico debería desaparecer de la Ronda de la Muralla. Debería
haber un paseo peatonal en su lugar, para eliminar contaminación acústica y por
emisiones de gases de los automóviles. Debería haber también un paseo alrededor
de la muralla en su parte interior. Y es aquí donde aparecen los problemas que
acechan a la edificación a proteger.
En las
imágenes se ve cómo amenazan estas edificaciones interiores y exteriores la
singularidad de la muralla romana. Habría que dar un paso más para protegerla.
Preservarla es una obligación de los gobernantes y de la ciudadanía. Eliminar
la contaminación, y por tanto el tráfico, a su alrededor y hacer zonas
peatonales amplias por dentro y por fuera del muro convertiría la ciudad en un
lugar aún más atractivo para el turismo, al mismo tiempo que los vecinos
disfrutarían mucho más este prodigio que
hace de Lugo una ciudad singular.
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