Páginas

jueves, 1 de junio de 2023

Perdidos en el bosque

 

Cómo nos atiborraron de ruido y ecos en la campaña electoral

 

Los protagonistas de estas elecciones del 28M fueron los abstencionistas que,  callados y tristes, se quedaron en casa.  Forman parte del grupo no movilizado de la izquierda que dejó crecer al PP, que se nutría, a su vez, de los votos de Ciudadanos.

No fueron a votar los inmovilizados. Son esos que se quedaron clavados en el suelo ante un inminente ataque.  Padecieron el mismo miedo que sufren las víctimas de violencia sexual.  Les afectó la parálisis momentánea, de la que se beneficia habitualmente el enemigo atacante.

Algunos que votaban a Izquierda Unida no acudieron al colegio electoral por comodidad: “Tendría que haberlo hecho por mi vecino que se encarga de jardines y parques, y es un buen político,  pero esta vez no fui a votar, no”. Me dice una amiga.

“Esta es una ley contra los propietarios” —dice otra amiga que se queja de la ley de alquiler de viviendas, que entró en vigor estos días—. En Galicia no se declararán zonas tensionadas, y a mí no me afecta —prosigue— pero no se puede intervenir el mercado como si fuera este un régimen comunista.” Sé que se conoce la nueva ley al dedillo y, sin embargo, repite frases y argumentos que me recuerdan a eslóganes de las derechas contra Pedro Sánchez. Quizá es una persona contaminada con la toxicidad que nos afecta a todos. Somos víctimas de los tiempos en que vivimos. Las redes sociales suplen a los medios de comunicación. Y me temo que los medios de comunicación tradicionales se puedan contaminar de la toxicidad de las redes sociales.

El día de las votaciones un vecino comenta en la panadería que no sabe a quién votar (ya había votado) y que le preocupa la situación. Quiere decir algo pero no conoce la posición de los que le escuchan. Teme que sean del PSOE, y se aventura a decir: “Si fuera la época de Felipe González, si, pero ahora, no”. Es decir, contra Sánchez. Hay que ir contra Sánchez.

Lo peor fue la travesía. Cruzar el bosque durante la campaña semejó un viaje a ninguna parte empachados de ruidos sin sentido. A veces pudimos escuchar alto y claro  a líderes políticos hablar de “derogar a Sánchez”, “acabar con el sanchismo”, “que te vote Chapote”  y otros semejantes. Todos fueron  altisonantes y  parecían tener como única misión acabar con el enemigo a batir en las urnas, y este era el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Si en la primera parte de la campaña el protagonista fue Bildu por incluir a condenados por delitos de sangre en sus listas y el culpable era Sánchez; la compra de votos incrementó el ruido en la segunda parte, pero el culpable volvía a ser Pedro Sánchez, aunque esa compra beneficiara al PP.

El ruido taponó a los mensajes, a la verdad y a las ideas. Se hizo trampa (y trumpismo también). Quienes quieren acabar con el Gobierno de coalición no escatiman en gamberrismo. Todo les vale. Seguirán con el ruido y los mensajes cortos, directos y acusadores, que llegan muy lejos porque van con eco.

 También en Diario Siglo XXI

Perdidos en el bosque (diariosigloxxi.com)

También en Liverdades

Perdidos en el bosque. Cómo nos atiborraron de ruido y ecos en la campaña electoral - Liverdades

Y Enrique publicó su libro

 

La sombra de Diana es alargada

 

No hay nada más revolucionario que un hijo cuando reniega de su núcleo. Y esto sucede en la familia más emblemática del mundo.

Recordarán los que siguen el tema aquel documental del año 2017 con el que se promocionaba la salud mental entre los jóvenes. Aparecían Catalina, Guillermo y Enrique hablando del bienestar psíquico de forma natural y terapéutica. Nada hacía pensar por entonces que el problema entre los hermanos era tan grande.

No importa que Enrique revele cuestiones en las que queda malparado como que mató a un número determinado de talibanes o que tomó drogas como la  cocaína en su adolescencia. Lo que imprime carácter a su autobiografía es que reniega de su familia y de toda la pompa que la rodea. El público en general suele creerse la mítica historia de la realeza, pero él pone el contrapunto, el dedo en la llaga de su propio dolor.

El libro aclara hechos muy jugosos que desmienten el relato oficial como que los hermanos se llevaban bien y que por eso Enrique fue el padrino de Guillermo en su boda; que los dos aceptaron de buen agrado que su padre se casara con Camila, o que el problema surgió con las cuñadas Catalina y Megan, cuando no era así. Hubo una agresión física de Guillermo a Enrique antes de que este abandonara la familia. Relatos determinantes que cambian nuestra perspectiva sobre lo ocurrido en los últimos años en Inglaterra.

El punto de vista de la biografía coincide con el de la fallecida Diana de Gales. El hijo conecta con su pensamiento y su aislamiento de una forma traumática y nos hace suponer que también telepática. No se entiende la narración si no se tiene en cuenta de donde viene el sufrimiento del personaje.

El hijo menor de Diana busca y rebusca en el pasado para comprender su presente y no duda en poner patas arriba el establishment con tal de que conozcamos su verdad.

Porque de verdades va su libro Principe Harry en la sombra. La principal es que desmiente el relato oficial sobre aspectos importantes de la familia real y que le atañen a él de forma directa. Lo habíamos supuesto, pero nadie se atrevería a decir en público que Enrique es el recambio de su hermano Guillermo. Él lo dice, y lo explica sin tapujos. Como la rueda de repuesto que iba en el coche (spare Wheel) él se siente el spare de su hermano y como tal se describe. Porque quiere que todos le comprendamos, le apoyemos en su aislamiento, en su escondite, le conozcamos desde su sombra.

El problema es que Guillermo, llamado a ser futuro rey, como heredero que es, queda descrito de una forma poco ventajosa. Y ya venía de antes, cuando se dijo que es indeciso y poco seguro. Cualidades opuestas las encontramos en su esposa Catalina, lo que se da a entender, incluso desde el discurso oficial,  como su gran suerte y su acierto más importante.

Pero, lo que es peor, no solo es indeciso sino que es agresivo. ¿Qué podemos esperar de un rey que agredió a su hermano y le invitó a pelear cuerpo a cuerpo?

Lo más llamativo de Guillermo fue que utilizó dos veces en su intervención pública la palabra paranoia para describir a su madre. Diana no se lo perdonaría. Tampoco lo hará su hermano Enrique. Fue con ocasión de la investigación sobre el periodista de la BBC que engañó a Diana de Gales para que concediera la entrevista al programa Panorama, en el que la princesa dijo aquello de “en nuestro matrimonio éramos tres, demasiada gente”.

 

 También en Diario Siglo XXI

Y Enrique publicó su libro (diariosigloxxi.com)

También en Liverdades

Y Enrique publicó su libro - Liverdades