Arde medio país y nadie parece estar donde tenía que estar, pero el jefe de gobierno, Vladimir Putin, se puso a los mandos de un hidroavión y apagó dos de los fuegos que asolan los bosques. Vertió sobre ellos un total de 24 toneladas de agua y se quedó a gusto. Las fotos fueron difundidas en los medios de comunicación.
Los rusos protestan por la falta de medidas de prevención y Putin, que lleva más de una década en el puesto, se siente responsable de lo que sucede. No para de visitar a los damnificados; quiere que se vean resarcidos por las pérdidas ocasionadas. Su popularidad, sin embargo, cae a medida que avanza el verano y crecen las críticas por la falta de previsión, pero es posible que sepa darle la vuelta a la tragedia ecológica y presentarla como algo positivo de su gestión. Es posible que los electores en el año 2012 se hayan olvidado de todo y vuelvan a elegirle jefe de gobierno.
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