El
pequeño ahorrador no tiene opciones de inversión
“Soy mayor, no idiota” decía el lema de la
campaña lanzada por un jubilado valenciano de 78 años que reunió 100.000 firmas
para reclamar a los bancos un trato humano.
Se
quejaba, y con razón, del cierre de sucursales bancarias porque casi todas las
gestiones se pueden hacer de forma telemática, según tiende a decir la banca en
general, pero no es lo mismo. Además del trato humano y presencial, los
clientes necesitan una banca que sirva a las necesidades del pequeño ahorrador
y del pequeño inversor.
Los
bancos se fusionaron y se hicieron grandes, demasiado grandes para ser
asequibles, y las cajas desaparecieron por imposición de la política monetaria
común de la Unión Europea, pero a cambio ¿qué le han ofrecido a los clientes?
Un mundo donde se pierde la identidad y la cercanía necesarias.
Por
ello podemos decir que la banca nos roba. Los propietarios de los bancos son
avariciosos por naturaleza. Los de antes vivían de los préstamos, de tomar y
prestar, ahora la banca es global, especulativa y salvaje. La entrada de la
moneda única y el funcionamiento del mercado internacional cambiaron las cosas a
peor. Es más fácil hacerse rico en poco tiempo, pero solo algunos lo consiguen.
La
banca nos roba y las oficinas del Banco de España son escasas y, para más
incidencia en el problema, también imponen el trato telemático.
El
ahorro se limita a los fondos de inversión con una metodología entendible y
accesible solo para unos cuantos. Los que están arriba en la pirámide se
enriquecen a costa de los de la base. Los de la base se ven obligados a aportar sus pequeñas
cantidades a fondos salvajes y sin escrúpulos. Cantidades a riesgo que
favorecen el enriquecimiento rápido y en poco tiempo de los grandes inversores,
esos que viven sin hacer esfuerzo ni padecen por lo que sucede a su alrededor.
Hace
poco una amiga fue a pedir a su oficina una letra del tesoro y le ofrecieron un
fondo de inversión. Le dijeron que si necesitaba el dinero se lo entregarían
avisando con ocho días de antelación. Cuando la clienta comprobó qué tipo de
fondo era se quiso volver atrás. La invitaron a hacerlo a través de la
aplicación del banco. Lo hizo, pero ya en el trámite le advirtieron que el
dinero se lo reembolsarían dos meses más tarde, no antes; además de cobrarle 10
euros de gestión.
¿La
banca cercana, que prestaba y, sobre todo, que pagaba por los pequeños ahorros
de los depósitos dónde está? Desaparecida.
Igual
que se promueve el consumo en tiendas del barrio, el comercio cercano; se
aconseja consumir productos producidos cerca de nuestro entorno, por qué no un
banco también cercano. No, los pequeños ahorros los subastan en los grandes
mercados de capitales. La banca cercana no interesa. Los hooligans de la
especulación no lo permiten.
La
banca nos roba, si. Ha dejado de ser un negocio digno para convertirse en un asaltante
de caminos en la nube interconectada. Por eso el pequeño ahorrador está
pensando si volver a la bolsa de dinero debajo del colchón, donde los asaltantes
no lo vean desde los satélites, por donde pasan los que pululan en busca del
negocio fácil y sin control.
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