Reaparece Fidel y advierte de una guerra de Estados Unidos con Irán. Lo dice en el Parlamento, al que vuelve cuatro años después tras ceder el gobierno a su hermano Raúl.
Habla de todo menos de Cuba. Vestido de verde oliva, se declara recuperado de la enfermedad que lo apartó de la actividad pública. Por él no pasan los años. Sigue atrincherado en sus posiciones. Llama traidores a los que discrepan, por eso los condenó a privación de libertad. No reconoce sus derechos acusándoles de ser delincuentes comunes. El método es calcado al empleado por otros dictadores. Parece mentira que no se hayan dado cuenta antes dirigentes políticos que le copian sus modales. El mítico dirigente hizo oídos sordos a lo que ha venido sucediendo en Cuba en las últimas décadas. Del triunfo de la revolución cubana ya hace demasiado tiempo. Es hora de darse cuenta de los fracasos y poner remedio.
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