Al final los jueces tienen que acudir a las fosas donde se desentierran restos humanos. Si no es Garzón es otro juez, pero mientras existan testigos de los enterramientos de los fusilados por Franco, esos lugares malditos se podrán localizar y hallar los restos humanos de los fusilados. El perseguido magistrado ha marcado el camino aunque no le han dejado hacerlo por su propio pie.
En Lugo, en la fosa de Vilavella, donde se supone que están enterrados Pedro Voces Canóniga, Antonio Vega Guerrero y Félix Yáñez González, se tuvo que personar el juez de Becerreá acompañado de la policía judicial y técnicos del Instituto de Medicina Forense de Galicia. Llevan 66 años enterrados los cuerpos de los tres maquis, en una zona que un testigo pudo localizar. Es necesaria la colaboración de estas personas y sus familiares para encontrar a los que fueron fusilados, pero también para encontrar a los niños robados a sus madres en las cárceles. Pero a eso le dedicaremos tiempo y espacio otro día.
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