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sábado, 1 de enero de 2011

EL PÚLPITO DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO.


Ante el Apóstol Santiago se ha escuchado de todo. Se le ha pedido ayuda contra el paro, contra el terrorismo, ahora contra la crisis y el día de mañana quizá se le implore contra las consecuencias de quien sabe qué mal provocado por otro mal social sin cura política. Es conocedor el Apóstol de los problemas más acuciantes de la sociedad española, pero nunca conocemos los culpables. Porque quizá los responsables de los desmanes se arrodillan ante él antes de ser señalados como tales y Santiago, carente de recursos para un juicio justo aquí y ahora, los manda pasar a la antesala del purgatorio sin que tengan que pisar nunca jamás el suelo ardiente del infierno.

El presidente de la Xunta acaba de pedirle ayuda para salir de la crisis económica y es de suponer que, aunque no dé resultado, sepa tomar nota el Patrón de la gran preocupación que trae de cabeza a mandatarios.

No sabremos nada sobre otras peticiones individuales porque carecen de interés en los mass media, sin embargo es de esperar que para esos grandes males haya grandes remedios. No sabremos qué solución tendrán los que le imploren porque se hayan quedado sin trabajo; los que lo van a perder en los próximos meses y los que se quedaron sin trabajo y sin casa, porque los bancos ejecutaron las hipotecas pendientes de liquidar, pero volverán al púlpito los que invocaron su nombre para beneficio de una gran mayoría de damnificados. Nos hemos acostumbrado a que el Apóstol escuche a quien represente el mayor número de voces en silencio.

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