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domingo, 18 de enero de 2015

A vueltas con Mahoma

El tema de la libertad de expresión está en la calle, en las plazas, en los bares y en las tabernas de toda España. Reunidos alrededor del café o la caña del domingo, se puede escuchar cómo pronuncia la gente la frase y la relacionan con el atentado del semanario satírico Charlie Hebdo. La gente habla del tema, pero con desconcierto. La libertad de expresión tiene en nuestro país el significado de poder publicar y leer lo que en tiempos de la dictadura estaba prohibido por razones políticas. Pero incluso en tiempos de Franco la figura de Mahoma se estudiaba con respeto y aparecía en los libros de escolaridad de forma natural relatando los hechos históricos como hoy lo hace la Wikipedia. Los diarios recuerdan que Mahoma apareció años atrás en las viñetas publicadas en España sin que nadie resultase ofendido. Entonces, ¿por qué lo de París? En parte la respuesta la da hoy la alcaldesa Anne Hidalgo en una entrevista que publica el diario El País. Sin embargo, hay que añadir que, para aclarar la relación entre libertad de expresión y la muerte de los periodistas del semanario satírico parisino, hay que pasar por la política, y eso ya es otra cosa. Recordemos que los periodistas y las organizaciones profesionales no suelen pedir la libertad de expresión para los Gobiernos. Si volvemos la mirada a la foto de la manifestación de presidentes y primeros ministros cogidos del brazo en las calles de París, desde Rajoy a Samaras, pasando por Merkel y Hollande, cabe preguntarnos ¿qué función tienen los periodistas pidiendo la libertad de expresión si quienes se manifiestan son los políticos? Hay algo que no cuadra en todo este embrollo. Quienes dan la cara por los periodistas muertos son políticos, entonces es un tema político, no de libertad de expresión. En Francia hay cinco millones de musulmanes, pero para ellos no se edita Charlie Hebdo. La sátira y la ironía es propia de una élite dominante que se burla de todo porque está ociosa. Igual ocurre en otros ámbitos de la sociedad, con el acoso escolar, por ejemplo. Lo nunca visto, en París, para insertar socialmente a los musulmanes, se hace burla de ellos en un semanario, que ya había sufrido un atentado y que ya había recibido advertencias. El error añadido ha sido salir la publicación con más caricaturas de Mahoma tras el atentado. A esto le llamaron hacer frente a los fanáticos. Eso debe ser cosa de políticos, no de periodistas. La libertad de expresión en periodismo se basa en poder publicar lo que está en la agenda. Si es un semanario satírico, es de esperar que la agenda la marquen las publicaciones diarias. ¿Era así? Parece que no. ¿Por qué Mahoma con tanta frecuencia en las portadas de los semanarios satíricos de Europa? Es difícil de comprender por qué en nombre de la libertad de expresión, se ocupan los periodistas de esa minoría de gente que reza a Mahoma. Sí, algunos portavoces de organizaciones profesionales de periodistas, y seudoprofesionales, han salido a la palestra a recordar que todas las religiones son con frecuencia objeto de burla. Una disculpa perversa. Incluso han puesto el ejemplo de las caricaturas de la figura de María, la madre de Jesús de Nazaret, como también vilipendiada. No es lo mismo. Vayamos por partes. Miremos de arreglar este asunto que estalló en el corazón de Europa y luego hablaremos del Papa de Roma.

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