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sábado, 28 de marzo de 2015

MÁS FILOSOFÍA EN LA TECNOLOGÍA

Hace años que en los departamentos de personal de las grandes empresas llamaron la atención sobre la importancia de la formación en humanidades a la hora de contar con personas valiosas. El piloto alemán Andreas Lubitz tenía fascinación por su trabajo y superó todas las pruebas en la compañía que le dio el visto bueno. Los directivos de Lufthansa incluso lo ensalzaron estos días al conocerse la tragedia de los Alpes franceses, y se mostraron entre contrariados por lo ocurrido, y orgullosos de sus sistemas de enseñanza y entrenamiento de pilotos. La imagen que ofrecieron estos altos responsables de la empresa era de desolación y abatimiento. Parecía que no daban crédito a lo que se estaba dando a conocer. “Ni en nuestras peores pesadillas podríamos pensar una cosa así”, llegaron a afirmar. Ahora se indaga en el pasado y en las relaciones personales del sujeto, que parecía tan perfecto como una máquina. Quizá era eso, una máquina hecha sin fisuras. Estaba obsesionado con la perfección, por eso tiró a la basura el parte de baja médica que ensuciaba su currículum. En el país de los “mini jobs” y el culto al trabajo, no estaba bien visto no ser eficiente, perfecto, y él quería llegar a ser capitán para pilotar aviones por sí mismo. El fallo debemos buscarlo en el mismo sistema que exige perfección a las personas como si fueran máquinas. Un sistema de salud que no comunica a las empresas que sus trabajadores presentan grave riesgo para la salud pública, es un sistema que no sirve. La otra parte de la responsabilidad habría que achacársela al sistema mismo, pues falla por poner el énfasis en el objetivo en lugar de ponerlo en el modo de llegar a ese objetivo. No podemos ofrecer respuestas a temas tan complicados como la salud mental de Andreas Lubitz. Solo con preguntas podemos acercarnos a la catástrofe ocurrida en los Alpes. Debemos preguntarnos si la depresión u otras causas psicológicas del sujeto son anteriores a la ruptura con su pareja. Este punto es fundamental, pero no el único. Si el sujeto no sabe manejar el fracaso de una ruptura de pareja, que ya vendría gestándose a lo largo de siete años de relación, ¿cómo va a saber manejar otras frustraciones? Y es en este punto donde debe comenzar a trabajar la compañía con sus pilotos y demás personal. Debe indagar cómo se toman la vida y el día a día los trabajadores. Tomarse la vida con filosofía no es mal consejo. Quizá los países del sur, que nos nutrimos de la cultura clásica de Grecia y Roma sabemos más de esto.

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