Las guerras son un fracaso. Y la guerra de Libia no sólo es un fracaso, es que también es un error de principio a fin. Aunque haya resolución de la ONU por medio, aunque sea un número considerable de países de nuestro entorno los que apoyan los ataques, aunque se intente justificar de una y mil maneras, la guerra de Libia es un fracaso.
Es un error para España por varias razones: por la cercanía geográfica, cultural y de entendimiento que debía haber de un gobierno socialista con un líder carismático y especial, con el que hubo que entenderse en otros momentos. En este, también. Recurrir a la guerra no es propio de un mandatario que se puso al frente del "No a la guerra" de Irak. La guerra siempre tiene el significado de que no se saben hacer las cosas de otra manera. La guerra es violencia y el recurso a ésta siempre supone una bajeza vil e incomprensible. No tiene justificación.
A veces las verdades se ocultan en un puñado de votos que dicen no. En este caso los dos votos de BNG y uno de Izquierda Unida. De los 350 diputados en el Congreso, esos tres votos representan la cordura y el resto del arco parlamentario diciendo sí a Zapatero, a la ONU, a los aliados, a la OTAN y a la llamada Comunidad Internacional, representan un camino, un viaje, sin sentido.
Será tenida en cuenta en el futuro la labor de la diplomacia de Estados Unidos, con Hillary Clinton al frente. No le faltó mano dura cuando tuvo que tomar una decisión tan mal justificada, igual o parecida a la que tomaron sus predecesores en el pasado. Es digno de mención su referencia a la "tormenta perfecta" en alusión a lo que podía suceder en el mundo árabe. Una bonita frase para la poesía pero no para arreglar el mundo, hermana.
Si la guerra nunca tiene justificación política ¿Cómo nos vamos a creer que en esta ocasión se trata de salvar a los libios de Gadafi? El no a la guerra de Irak es el mismo que el no a la guerra de Libia, de Afganistán y de todas las guerras habidas y por haber.
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