Esperemos que el bulo no se convierta en el quinto poder. Algunos periodistas así lo temen al hablar del desmentido al que ha tenido que hacer frente el presidente Obama sobre su partida de nacimiento.
Ocurrió estos días en Washington y lo hizo de una forma muy certera, con el supuesto autor del bulo en su presencia. Era la fiesta que la Casa Blanca dispensaba a la prensa extranjera. Fue en ese escenario tan amable donde el presidente de Estados Unidos ha tenido que dar a conocer la partida literal de nacimiento para demostrarle al magnate Donald Trump que ha accedido al más alto puesto de la Administración del país con garantías democráticas. Al empresario se le considera autor de la propagación de un bulo convertido en noticia consistente en repetir una y otra vez que Obama no ha nacido en territorio estadounidense y que, por lo tanto, no le corresponde el puesto alcanzado en las elecciones presidenciales.
En el bulo-noticia se contabilizan fobias al extranjero, al diferente, al que es de otra clase, al que no tiene derechos por ser de otro color y muchas más. Al parecer también duda el empresario de que haya estudiado Obama en las universidades que dice haber estudiado, por lo que va continuar con las mentiras como noticia para tener ocupado al presidente.
Es grave el tema porque reparamos en este bulo en tanto en cuanto afecta a un mandatario que todos conocemos, pero el método fue ampliamente utilizado por el poder, y no sólo por el cuarto poder, para desprestigiar al contrario. Da fe de ello El País de hoy al referirse al caso de Juana la Beltraneja.
Si algún día dejamos que el bulo se convierta en el quinto poder será que ya la prensa no ocupa de hecho el cuarto. Suponemos que para entonces ha cedido el puesto a los manipuladores y la profesión tendrá que llamarse de otra manera. ¿Por qué no denominarle al/la profesional de ese quinto poder propagandista o publicista en lugar de periodista?
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